“¿Por qué un contenido tributa al régimen más elevado si es digital y al reducido si su soporte es físico?”, esta pregunta se la realizan con frecuencia muchos ciudadanos de la Unión Europea.
Algunos alegan que no parece demasiado consecuente que una misma publicación esté sujeta a distintos tipos de impuestos en función de si su soporte es digital o en papel; pero así ha sido siempre y, después de la publicación de las conclusiones de Juliane Kokott -abogada general del Tribunal de Justicia de la Unión Europea- al respecto, no parece que la cosa vaya a cambiar en un futuro cercano.
Varios países de la Unión se habían mostrado contrarios a esta diferencia. El último ha sido Polonia, que planteó (a través de su Tribunal Constitucional) al Tribunal de Justicia de la Unión Europea la duda de si esta medida vulnera el principio europeo de la igualdad de trato. La corte todavía no ha dado su veredicto definitivo, pero no parece probable que su decisión choque frontalmente con las “recomendaciones” realizadas por Kokott, que refuerzan el régimen fiscal actual (a pesar de que la opinión de la abogada alemana no es vinculante).
Además, hay un precedente bastante próximo y que se solventó de una manera similar. En 2012, tanto Francia como Luxemburgo decidieron aplicar el tipo reducido a los e-books, medida que no fue aceptada por la Comisión Europea. Hace un año, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea falló a favor de la Comisión, con lo que los países tuvieron que subir el IVA al régimen normal de nuevo.
Kokott justifica su decisión alegando que hay una diferencia ¨sustancial´ tanto en los costes de distribución como en los de promoción (lo que abarata bastante el coste del soporte digital), por lo que la situación entre las publicaciones digitales y las impresas no es tan comparable como pueda parecer. No obstante, la abogada puntualiza que “corresponde al legislador de la Unión, y no al Tribunal de Justicia, efectuar la compleja valoración de una situación de competencia en toda la Unión”. Veremos qué sucede en los próximos meses, porque desde Bruselas se prepara una modificación importante en las bases de IVA europeo, y uno de los puntos de mayor conflicto es la diferencia entre los libros y publicaciones electrónicas y en papel.